Por segunda vez me toca ir a misa luego de mucho tiempo, y sin planificarlo coincido con la misa de la virgen de fatima.
Su mensaje nos decia que muchas almas se pierden porque no hay quien pida y se sacrifique por ella, y de todo lo que se pueda, debe hacerse un sacrificio, como acto de reparación por los pecados con que Jesús es ofendido y como súplica por la conversión de los pecadores.
El papa Juan Pablo II comienza su acto de consagración al inmaculado corazón de Jesús así:
"Oh Madre de los hombres y de los pueblos. Tu que conoces todos sus sufrimientos y esperanzas. Tu que sientes maternalmente todas sus luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas que invaden el mundo contemporáneo, acoge nuestro grito que movidos por el Espiritu Santo, elevamos directamente a tu corazón; abraza con amor de madre y de sierva del señor este mundo humano nuestro, que te confiamos y consagramos, llenos de inquietud por la suerte terrena y eterna de los hombres y los pueblos.
De modo especial confiamos y consagramos aquellos hombres y aquellas naciones, que tienen necesidad particular de esta entrega y de esta consagración"